Por. Luis Peña Rebaza
luisprebaza1@hotmail.com
En tiempos actuales, el caso de José Mujica, actual presidente de Uruguay y de Dilma Rousseff, la candidata designada por Lula para sucederlo, desmienten de contundente manera la incendiaria consigna acuñada por Mao:
“El poder nace del fusil” y copiada por Abimael Guzmán; el sujeto que manoseó groseramente el ideario del propio Mariátegui, quien escribiera que “la revolución no será calco ni copia sino creación heroica del pueblo peruano”. Una trasnochada ideologia que, a raÃz de la marcha filo senderista en San Marcos, por desgracia, sigue captando adeptos.
Durante los años sesenta ambos personajes y, en cada uno de sus paÃses, estuvieron muy vinculados a la lucha armada. José Mujica se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, participando en acciones guerrilleras, al mismo tiempo que trabajaba en su chacra, hasta que pasó a la clandestinidad al ser perseguido por la policÃa. Fue herido de seis balazos en diversos enfrentamientos armados y, en cuatro ocasiones, fue capturado, fugándose dos veces de la cárcel de Punta Carretas. Casi 15 años de su vida los pasó entre rejas y de ellos los más duros fueron entre 1972 y 1985, cuando sufrió su último perÃodo en la cárcel. Una vez en libertad se dedicó a la vida polÃtica ocupando cargos de importancia hasta que, finalmente, postuló a la presidencia de la nación oriental. En plena campaña electoral, y siguiendo el consejo del presidente brasileño Lula da Silva, Mujica, en aras de un cambio total de su imagen, en varias presentaciones lució sin su tÃpico atuendo de paisano. A fines de octubre del 2009, teniendo como testigo a una multitud empapada por la lluvia y con un porcentaje cercano al 52% de los votos emitidos, Mujica fue ungido presidente.
Dilma Roussef fue bautizada por los militares como la “Juana de Arco de la guerrilla”. Dispuesta a la muerte antes que delatar a sus camaradas. Hija de un comunista búlgaro, a temprana edad abrazó la ideologÃa paterna. Integrante del grupo insurgente “Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares”, fue capturada y torturada en varias ocasiones. Hoy es la mano derecha de Lula, el estadista que gobierna del quinto paÃs más extenso del planeta, la primera potencia económica de Latinoamérica y la octava del mundo. Siendo, asimismo, su carta y delfÃn para las elecciones presidenciales del 03 de Octubre. Recordemos también que el propio Lula, en diciembre de 1991, durante el transcurso del primer congreso nacional del PT (Partido de los Trabajadores), en nombre de la moderación propugnó una revisión ideológica, que trajo consigo la renuncia de la lucha armada como medio para la toma del poder. En consecuencia, el PT fue definido como «partido socialista» rechazando ambos extremismos: el salvaje capitalismo neoliberal y el utópico socialismo soviético.
Sin duda, en la conversión ideológica y polÃtica de estos personajes influyeron, en mayor o menor medida, los trascendentales cambios que, a fines de los ochenta e inicios de los noventa se dieron en el mundo: el derrumbe del muro de BerlÃn, aquel muro del oprobio y la vergüenza, y la descomposición de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia. Pero, sobre todo, el factor determinante fue que decidieron caminar a tono con la historia y los nuevos tiempos, dejaron atrás el viejo dogmatismo marxista leninista, sin renunciar a una postura crÃtica contra el sistema capitalista. A una democracia que, no obstante, sus errores y horrores y, tal como lo planteara Churchill, es el sistema menos malo de gobierno que conocemos. Lección que esperamos, mucho más temprano que tarde, aprendan y emulen aquel sector de comunistas criollos, quienes aun actúan seducidos con la idea de alcanzar el poder por medio del fusil y la dinamita. A ellos es bueno evocarles el verbo lapidario de Vidaurre:” Solo Dios y los imbéciles no cambian de opinión”.
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